Entrevista con el pescador de olas

P1090831Lo bueno de ir por la calle con la cámara al hombro es que uno puede tomar fotos como esta. De lo contrario, no hubiera podido contar esta historia porque nadie me la creería. Ciertamente es inverosímil, pero la imagen es demasiado explícita para que alguien pueda negar que en La Habana hay pescadores de olas.

Como cualquier otro, tensan su cuerda, tiran el anzuelo y esperan. Al rato, de un tirón, sacan una pequeña masa de agua que solo toma forma definida por una fracción de segundo, luego se parece al movimiento de la vara para, finalmente, desparramarse en la acera.

Después de un par de instantáneas conversé con uno de estos hombres. Tiene la piel oxidada, las manos chirriantes y la frente descascarada como el resto de los viejos que llevan toda la vida frente al mar. La diferencia radica que tienen los ojos más profundos y la voz más armoniosa y tranquila.

¿Cómo se pesca una ola?

En realidad no es algo muy difícil. A las olas les gusta el papel. Pone un pedazo de hoja con un buen poema, una frase ingeniosa o mojadas con una gota de buen café y pican.

Da lo mismo que sea papel gaceta, mostaza, bond, cromo… El único que no me ha dado mucho resultado es el papel moneda, a las olas no les gusta mucho como sabe, aunque hay quienes dicen que sí se puede.

Cuando está muy difícil la pesca, yo sustituyo la pita por cuerdas de guitarra y canto un poco. En seguida vuelven a picar, pero eso no hace falta casi nunca.

¿Me puede decir algún poeta que sea especialmente efectivo?

¡No, no, que va! Cualquiera sirve. Mire, yo no sé mucho de poesía, solo voy poniendo los que me voy encontrando por la casa y algunos que me recomiendan otros pescadores por aquí.

Yo le he puesto lo mismo una ahí que se llama Alejandra Pizarnik, que Roque Dalton, que Pablo Neruda que José Ángel Buesa… ¡y eso que algunos dicen que es malo…! Pues mira, con él pican también.

Para cantarles es lo mismo. Pero dicen los que más saben de esto que las canciones funcionan en dependencia de la voz del pescador. Es decir, a lo mejor a fulanito le pican más con Santiago Feliú o Noel Nicola: a mí me traen suerte Teresita Fernández, Liuba María Hevia y Pablo Milanés. Traté a un español medio ronco ahí que se llama Joaquín Sabina, pero no tuvo los resultados que esperaba.

¿Cuál es la mejor temporada o la hora más adecuada para la captura de la ola?

Cualquiera es buena, pero en agosto es un poco más sencillo, mientras que en diciembre el mar se pone rebelde y las olas se dan una o dos veces a la semana.

Por otra parte, con los años de experiencia me he percatado de que prefieren los días soleados.

¿Es una vida muy difícil la del pescador de olas?

Un poco, sí. El problema no es que sea muy difícil, es que es agotadora. Las olas son fáciles de pescar, pero difíciles de conservar: tienden a volver al mar y no hay quien las detenga.

Lo mismo se evaporan con el sol, que se filtran de la acera al diente de perro y de ahí a la bahía de nuevo. Es muy cómico, porque después de que se escapan las vuelvo a capturar, algunas de ellas hasta conversan conmigo un rato de porque hemos creado confianza de tantas veces que han pasado por mi vara.

Lo mejor es que no se molestan, se dejan coger bastante fácil porque saben que tú no tienes modo de retenerlas.

Por eso, si no quieres quedarte sin olas, no puedes dejar de pescarlas… tú sabes, con los poemas, el café y las canciones.

Bueno, pero me imagino que valga la pena ¿no? ¿Qué “salida” tienen las olas? Es decir, no me imagino para qué sirve pescarlas…

Bueno, a ver, no sé… en realidad… es que nunca me había puesto a pensar en eso… este… ahora no se me ocurre nada.

El hombre se queda pensativo y cabizbajo. Siento pena. Tengo la impresión de que con esa pregunta le he demostrado lo inútil que ha sido su vida, que se la ha pasado recolectado cosas inservibles como los niños que buscan pedacitos de cristal pulido entre la arena.

Pero no podía parar ya, tenía que hacer mi última pregunta aunque el hombre se derrumbara. Así que se lo dije “y entonces, por qué lo hace”. Pero no se derrumbó. Alzó la mirada, esa mirada profunda de tipo que lleva décadas mirando al mar, y me puso expresión de que yo era el tipo más idiota del mundo, de que estaba preguntando lo más obvio entre el cielo y la tierra. Abrió los labios calcinados y con su voz serena de cantarle a las olas me dijo:

¡Parece mentira que un periodista me pregunte eso! ¡Es evidente!… ¿No ves cómo reflejan el sol?

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2 respuestas a Entrevista con el pescador de olas

  1. Mar dijo:

    Parece mentira… 😉

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