Acerca de este (yo, el texto y el mar)

Relleno este espacio, a pesar de ser alérgico al autobombo por escrito, debido a la marejada de solicitudes para ello. Y no lo digo porque lo haya pedido un millón de personas, sino porque lo hizo una que hace olas y hunde navíos.

Me confieso un poeta frustrado, un hedonista moderado y patriota sin fronteras. Ya determiné que me gusta la gloria, pero no a precio de felicidad. Soy un conversador hemorrágico y un escucha impaciente (aunque esto último he aprendido a disimularlo por cortesía).

Bebo más de lo que asumo y leo menos de lo que debiera, aunque lo primero lo compenso con autocontrol y lo segundo con buen cine. Llevo cinco años terminando con el cigarro y 27 empezando con la vida.

No puedo vivir en una ciudad sin agua (por suerte, Matanzas, La Habana, París y Nueva York la tienen).

Hago fotos porque me gusta (como el café, los videojuegos y las caminatas) y escribo porque no me queda más remedio, porque me intoxico si no me saco la tinta de las venas cada cierto tiempo (como una hemodiálisis del alma).

Me gusta gustar, pero tengo un ego de titanio. Soy de los que puede llegar a pensar que el resto del mundo esta equivocado o que mantiene un camino a pesar de la equivocación. No es cuestión de egolatría, sino de autoayuda.

Lee y comparte, o no. Dejame nadar o ahógame. Todos los lectores son tsunamis al borde de un texto-ciudad tratando de decidir si lo arrasan o no.