Fabulaciones sobre la primera noche de René González en Cuba

Ariel Montenegro

El 12 de septiembre de 1998 había sido detenido René, junto los otros cuatro. Los detalles de juicios bufonescos, fiscales grotescos y jueces miopes se han repetido hasta el incansancio. El 9 de mayo de 2013 llegó René a Cuba.

Escenario posible 1

Ya había visto a la hija, a la prensa, a los diplomáticos y a los amigos. Como le habían impedido viajar a Cuba de inmediato, tuvo tiempo de acostumbrarse a la idea de ser libre. No hubo fuegos artificiales, ni escuelas primarias esperando formadas en el aeropuerto.

Ese día, René se sentía mezquino. Había jurado luchar por la libertad de los otros hasta que fuera necesario, pero otras cavilaciones le rondaban la mollera, le acarician el cabello, le bajaban desde la oreja por el cuello y le recorrían todo el cuerpo, hasta los pies, haciendo una parada sublime detrás del pantalón. Solo podía imaginarla a ella y eso lo atormentaba, le daba vergüenza no pensar únicamente en sus compañeros.

Esa noche fue tórrida. A pesar de los rigores de quince años de cárcel, René y Olga tuvieron la mejor noche de sus vidas. Ellos eran bastante más viejos que la última vez que habían estado juntos en una cama, con todas las comodidades y el tiempo, pero hicieron el amor como colegiales después de una guerra nuclear.

René hacía quince que no hacía todos los honores que se merece un cuerpo de mujer, pero se acordaba a la perfección. En la prisión, como en los barcos, era común la remembranza erótica entre los reos: todos tenían una Penélope más bella y amora que la del anterior. Había pensado en eso cada noche y cuando pudo concretar todo lo que se había imaginado fue como la sinfonía que hubiera compuesto Beethoven si huboera recuperado la audición. Durmió, por primera vez en quince años, como debe dormir un hombre.

Escenario posible 2

En el barrio lo esperaban todos los vecinos: los comunistas, socialistas y fidelistas; los burgueses, los nuevos ricos y los desinteresados; los católicos, los protestantes, los musulmanes, los mormones y los ateos. Unos por genuina solidaridad, otros por curiosidad y algunos a los que el tema de los Cinco nunca les había interesado, pero que sucumbieron al terremoto.

La casa estaba llena de familiares lejanos y algunos amigos. Incluso había alguien del Poder Popular, la FMC y los CDR. Un par de botellitas de ron y vino amenizaban las anécdotas de René. Él estaba de buen humor. Aunque quería descansar, tampoco es que acabara de salir de la prisión, además, ya le habían avisado de lo que le esperaba en casa. Siempre que rellenaba su vaso, brindaba por sus hermanos, presos aún.

Cuando se acabaron el ron y las anécdotas todos se fueron. Esa noche se acostó tarde. Estuvo durmiendo a las niñas, que son dos mujeres. Les acarició el cabello y les aseguró que no había monstruos en el closet, algo que no pudo hacer cuando de verdad lo necesitaban.

Escenario posible 3

Después de llegar a casa, tomó un baño y comió.  No tenía sueño, estaba un poco agotado por el viaje, pero no tenía ganas de acostarse. Al rato, llegó un auto negro con los cristales oscuros a buscarlo.

Sabía que eso podría pasar. No estaba claro si era Fidel quien lo mandaba a buscar, o si era Raúl. Todo había cambiado mucho, cuando el fue preso, solo Fidel lo hubiera mandado a buscas: Cuba no era la misma.

Estuvieron conversando un largo rato, sobre cosas que no me atrevo a especular (ya es suficiente fantasear tal encuentro). Creo que hablaron de las futuras acciones  de qué necesitaba René para estar cómodo. Me gusta imaginar que poco o nada pidió.

Escenario real

Tal vez alguna de estas fabulaciones ocurrió. Tal vez ninguna. Tal vez una aburrida amalgama de las tres. Lo que si sé a ciencia cierta es que ni Gerardo Hernández, ni Ramón Labañino, ni Fernando González, ni Antonio Guerrero, durmieron esa noche junto a una mujer, ni tomaron un trago con los vencinos, ni se reunieron a solas con el presidente.

Esa noche, los otros cuatro, tuvieron una noche más de prisión, de celda ignominiosa. Ata una cinta amarilla por los cinco.

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6 respuestas a Fabulaciones sobre la primera noche de René González en Cuba

  1. bmas dijo:

    Genial bicho, q buena idea la d tener tu propio blog, creo q es lo mejor que has escrito o al menos q yo haya leído. De verdad, m encantó. Felicidades!!!!!!!!!!

  2. debió haber sido una noche tan, pero tan íntima…que las fabulaciones pueden volverse impertinentes 🙂

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